domingo, 3 de agosto de 2008

LOS TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Argumentar es formular de modo claro, ordenado y estratégico una serie de razones con el propósito de convencer de unas ideas a un receptor. El objetivo de la argumentación es presentar conceptos que sirvan para sustentar una determinada forma de pensar, a fin de convencer a otros para que acepten unas ideas y se adhieran a ellas o, por el contrario, para disuadirlos y llevarlos a que asuman una nueva actitud, tomen una decisión o ejecuten una acción.

La argumentación como todas las otras formas de organización discursiva (descriptiva, narrativa, expositiva), se basa en una situación de enunciación específica, donde se busca explícitamente convencer al otro. Por ello, un buen desarrollo argumentativo debe estar fundamentado en la lógica y en el ordenamiento inteligente de los elementos. De ahí que la argumentación razonada sea un acto discursivo altamente consciente, inteligente y responsable. En este sentido es importante preguntarnos: ¿De qué medios argumentativos dispone un escritor/lector cuando tiene la intención de persuadir a un interlocutor o a un público y cuál es la base fundamental de su argumento? ¿Cuál es la pertinencia y adecuación del argumento en relación con el tema, la intención y el género discurso en que se inscribe?

Elementos de la argumentación

Los elementos que constituyen una argumentación son la tesis, el cuerpo argumentativo y la conclusión. Aunque la mayoría de los textos argumentativos presentan estos tres elementos, es conveniente advertir que algunos, en ocasiones, adoptan otras posibilidades: por ejemplo, contrastar dos elementos entre sí, para persuadir al lector a que, al final, se incline por uno de ellos.

La tesis: es la proposición o idea central en torno a la cual se reflexiona; es el núcleo de la argumentación. Debe presentarse con la mayor claridad posible y no es aconsejable que exprese muchas ideas: mientras más general sea una tesis, más expuesta estará a ser refutada. Además, no debe plantearse en forma interrogativa, ya que de esta manera no se afirma ni se niega nada. Por otra parte, la tesis puede aparecer al principio o al final del texto. Si aparece al final, se omite la conclusión, puesto que la tesis ocupa su lugar.

El cuerpo argumentativo: es la argumentación propiamente dicha. Los argumentos se ofrecen con el propósito de confirmar o de rebatir la tesis. En el cuerpo argumentativo deben integrarse las citas, las máximas, los proverbios o los refranes, los llamados argumentos de autoridad, los nexos gramaticales, las reiteraciones y los ejemplos. Es muy importante no confundir una argumentación con una demostración. Ésta es propia de disciplinas formales —como la matemática y la geometría—, y se caracteriza por sus pruebas rigurosas. La argumentación, en cambio, es propia de disciplinas empíricas como el derecho, la filosofía, la sociología, la psicología y otras afines. Ninguna argumentación puede presentar pruebas rigurosas e irrefutables, pues lo propio de ella es moverse en el campo de lo verosímil y de lo probable, no de lo evidente.

La conclusión: nunca se obtiene en forma automática o inmediata. Es frecuente que se introduzca con conectores como “por lo tanto”, “en conclusión”, “finalmente”, “esto nos lleva a concluir que”, “así pues, podemos deducir que”, “por consiguiente”, “en definitiva” etc. No es extraño que en una argumentación, una misma cadena de razonamientos conduzca a diversas conclusiones.

Se suele mencionar el ensayo como el género que mejor representa los escritos argumentativos. En realidad, el ensayo no sólo es un excelente representante de la argumentación, sino que también, como arte de las ideas, recurre con gracia y lucidez a la exposición. Su doble condición, dominio de las ideas y cultivo del estilo, hace del ensayo tanto un asunto de la inteligencia como un arte de la expresión, un lugar privilegiado de encuentro entre la exposición y la argumentación.

Antes de terminar estas notas sobre los textos argumentativos, es oportuno observar, con toda claridad, que argumentar no es simplemente emitir opiniones. El Diccionario de la Real Academia Española nos propone cuatro acepciones de argumentar, y ninguna de ellas es opinar, esto no deja de ser significativo. Nosotros opinamos, a veces con total desenfado, en las cafeterías y en los corredores; pero argumentamos en los espacios académicos.

Escribir buenos textos argumentativos es quizás uno de los mayores retos que debemos afrontar como profesores, como profesionales o como estudiantes.

EL ARTE DE ESCRIBIR ENSAYOS

Publicación enviada por Carlos Alberto Jiménez http://www.ilustrados.com/publicaciones/EpZEEAypyVHFKsTIYL.php#

Un buen ensayo es como una buena pintura, las frases al igual que los colores, se deben combinar de una forma agradable. La armonía resultante de esta mezcla es el gran secreto de los ensayistas; no basta que las ideas de un ensayo sean armoniosas, deben ser además, como los elementos de un cuadro, vivos y pintorescos, para que puedan mostrar las tesis confrontadas por los argumentos de una forma cautivante.

Un ensayo se escribe para ser leído, pues el lector que se acerca a él, lo hace por la necesidad sicológica de la ilusión, de la esperanza y del descubrimiento que pueda tener. De una forma sencilla lo penetra a profundidad, como un cuchillo cuando parte un trozo de mantequilla, lo hace para poderlo penetrar y apoderarse de él. De esta forma el autor desaparece, dejando sólo su huella. Esto fuera de ser una provocación, permite que el lector transforme y modifique con su mapa cognitivo el texto. A decir de Octavio Paz “El texto es un lenguaje que al usarse se reproduce y se vuelve otro”.

Lo esencial de un buen ensayo, es no perder el sentido de las proporciones, no permitir el desenfreno de figuras o términos rebuscados, de ideas periféricas, de muchas metáforas. Lo anterior no va a permitir una buena reflexión en el lector y además se corre el riesgo de que el lector abandone el ensayo. De esta forma figuras retóricas como la paradoja, la antítesis, la hipérbole, bien manejadas, permitirán dar más relieve a las ideas, es como la combinación de luces y sombras que se hacen en una buena pintura.

Recordemos que el ensayo requiere de elementos psicológicos, como los relacionados con el campo de las emociones, que también consideramos fundamental para el acto de escribir y componer ensayos. Si el pintor o el escritor se encuentra mal emocionalmente, esto repercutirá en su producción intelectual, pues la palabra fuera de ser hija de los sueños, de los silencios, de la fantasía, del sentido y del sinsentido es fundamentalmente hija de las emociones.

A continuación, se plantean algunas sugerencias para la elaboración de ensayos:

1. Las partes mínimas que debe de tener un ensayo son:

Introducción: Es fundamental para poder cautivar o hechizar al lector. Esta se hace a partir de una opinión, una pregunta, una hipótesis o de un pensamiento metafórico.

Desarrollo: Es el proceso argumentativo de las ideas principales, secundarias y periféricas, las cuales acompañadas de citas, ejemplos, pruebas y registros lograrán sustentar la tesis principal del ensayo.

Conclusión: Si en el comienzo del ensayo, se presenta una tesis o una hipótesis, es preciso desarrollarla para comprobarla o disprobarla a través de un proceso argumentativo

2. Los ensayos bien sean argumentativos, expositivos, poéticos o críticos, tienen una estructura global interna. De esta forma se hace necesaria su operativización, a través de un esquema o gráfico que nos sirva de orientación para su desarrollo. El manejo de estas estructuras, nos permitirá planear adecuadamente la ordenación y las relaciones jerárquicas de los contenidos. Con respecto a la estructura semántica de los contenidos, temas y subtemas a desarrollar dentro del cuerpo temático, se sugiere la utilización de mapas conceptuales, mapas categoriales, superestructuras, para jerarquizar las categorías o conceptos que permitan una orientación pertinente al desarrollo temático de el ensayo. Este plan de organización es fundamental para introducir una lógica en la composición del texto, que permita extraer los conceptos relevantes y poderlos hilvanar con las ideas secundarias; lo mismo que para poder establecer nuevas asociaciones cognitivas entre los conceptos.

3. Los ensayos argumentativos a diferencia de los expositivos deben de concentrarse en la defensa de una determinada tesis o hipótesis, con el propósito de convencer al lector. Lo anterior requiere un léxico preciso, uso de alusiones directas y preguntas que generen expectativas y reflexiones con respecto al objeto del ensayo. También las citas textuales deben acompañar los argumentos, sin que sean excesivas, que no produzcan en el lector efectos de incredulidad o inseguridad del autor del texto

4. El ensayo como reflexión humana, es un discurso intertextual, donde la voz del autor se expresa al unísono con la de otros autores. Para Roland Barthes “los textos no son más que tejidos de citas provenientes de las mil formas de la cultura”. De otra parte el ensayo como interpretación subjetiva en su tratamiento siempre refleja juicios de valor y críticos, sumergidos dentro de un espacio libertario, en el cual el poder de los argumentos tiene mucho peso. De esta forma la libertad en el ensayo debe de interpretarse como una capacidad cognitiva que tiene el hombre para romper con el orden simbólico de la normatividad, para proponer de esta forma nuevas formas o modelos de acción, de reflexión y pensamiento, que permitan nuevas búsquedas del conocimiento y de la cultura.

5. El ensayo, como interpretación personal, implica asumir una posición epistemológica en la que el hombre no descubre el conocimiento como lo creían los empiristas y los racionalistas, sino que el hombre a partir de sus estructuras cognitivas, construye el conocimiento. La imposibilidad actual de validar afirmaciones o postulados “absolutos”, origina que “la subjetividad”, tenga un nuevo sentido, pues hoy en día los nuevos argumentos filosóficos, psicológicos y lógicos, conducen a la imposibilidad de probar o confirmar todo en forma dogmática. De esta forma el conocimiento como construcción humana, siempre tendrá rasgos subjetivos.

6. Con relación al estilo, debe de ser de carácter lúdico, agradable, ameno, ágil, atractivo, libertario y, en la medida de lo posible, con una alta dosis del sentido humor. De esta forma el ensayo atrapa, hechiza y saca a la “ciencia dogmática” de su rigurosidad y formalismo.

CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V. Escritor e investigador pereirano de Neuropedagogía, Lúdica y creatividad.

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